Nota de la Autora: Esta es una historia alterna, digamoslo así, un mundo paralelo al de Colores en un Mundo Acromático, usando a de Alexis y Maximilian en otro entorno, con otra historia, demostrando así que las almas gemelas siempre se encuentran, no importa bajo que circunstancias.
24 de Diciembre... las personas normales estaban reunidas alrededor de una gran mesa, felicitando a los familiares, festejando la nochebuena, pero el no, el estaba acostado en un banco de Central Park, con la mirada perdida en el espacio y la nieve rozando sus mejillas, obviamente estaba drogado y la prueba de ello estaba en su amoratado brazo del que pendía un hilillo de sangre, por la fuerza con la que se había clavado la jeringuilla.....
Cerró los ojos, aquella droga siempre enfrascaba su cerebro en recuerdos felices, cuando era pequeño, y jugaba con su hermano, su madre, su padre... ¿que dirían ellos si le viesen así?... perdido y sin remedio, con la gente pasandole al lado y mirándole con desprecio, después de todo, él había pasado a ser escoria de la sociedad... uno más de lo tantos drogadictos sin cerebro... no sabían del talento del chico para escribir, para componer música y ejecutarla...¿ quizás alguien sabría lo que pasaba por su corazón?..
Entrar no había sido difícil de hecho no había sido siquiera intencional, todo empieza con un "es solo una probada, anda" y termina con un pase solo de ida a un pozo sin fondo, en donde todo es oscuridad y mucha sed... sed de aquello que poco a poco te destruía...
Sentía su cuerpo liviano, y estaba vestido como cualquier joven de su edad, pantalones de mezclilla, bolcegos, una camiseta de mangas largas con el dibujo de un lobo aullandole a la luna, y en una de las mangas podía verse la mancha húmeda de sangre y un abrigo grueso grande encima.
Escuchó la sirena de los bomberos a lo lejos, seguramente a algún infeliz se le había prendido fuego el árbol.... suspiró... y estiró su mano, dejando que las lagrimas se deslizaran por sus mejillas... la nieve era tan blanca, su madre adoraba los adornos blancos del árbol de navidad, tenían un suave tornasolado y ella las ponía con mucho cuidado.... y ahora negro... todo se volvía negro, y le costaba mantener los ojos abiertos....
Maximilian suspiró mientras dejaba que la nieve refrescase su rostro luego de haber enfrentado las llamas de un pequeño bar en llamas, del cual tuvo que rescatar a un par de solitarios hombres, que habían ido a festejar la nochebuena con su amigo, el barman, el incendio fue controlado,claro, eran bomberos expertos y a pesar que el recien estaba en entrenamiento, no había dudado en internarse en el fuego para sacar a los señores....
Rechazó gentilmente el ofrecimiento del paramédico de llevarle en la parte de adelante de la ambulancia para que no tuviera que caminar, prefería hacerlo, algo le decía que era una hermosa noche para caminar, a pesar de estar lejos de su casa, su hogar, estar en un país extraño, en un lugar desconocido para él, en nochebuena... algo le dijo que caminase... por el parque.
La nieve empezaba a caer más espesa cuando pudo ver un bulto... corrió hasta la banca, para ver a un joven con rasgos medios asiáticos, y de un cabello de una bonita tonalidad castaña rojiza ... parecía un príncipe durmiendo profundamente, aunque con tristeza vio en el suelo una jeringuilla con un poco de sangre.. señal de que aquel chico, aquel bonito chico había caído en uno de los vicios más peligrosos y destructivos...
-... que has hecho..- murmuró suave, por impulso se inclinó y acarició su mejilla, el corazón del bombero era demasiado grande, demasiado dulce como para dejarle ahí, sin conocerlo, sin saber siquiera su nombre, le cargó con cuidado , llevándolo al hospital.
Alex despertó suavemente, estaba en la camilla del hospital y con un antojo terrible, no de alcohol, no de más droga... sino de fresas.. fresas con crema... o un yogurt de vainilla... o mejor aun un helado enorme de muchos sabores... no sabía por que, en medio de sus alucinaciones, una tenue calidez, que contrastaba con el frío del invierno, le envolvió, una calidez con olor a fresas y vainilla....
No supo quien había sido su salvador de morir congelado en el parque, y que gracias a él, le metieran en un programa de rehabilitación, no recordaba nada, salvo ese perfume a vainilla y fresas...y esa hermosa sonrisa... si , ahora lo recordaba bien... una sonrisa, unos ojos amables en un rostro ... era su angel de la guarda?... parecía, porque en aquellos minutos de conciencia, ese ángel le había hecho prometer que se dejaría ayudar.. que saldría adelante ... sonriénodole, todo lo que necesitaba Alex para seguir adelante era una sonrisa dulce y calida...
Pasaron los meses, llegó el verano, Alex había ingresado a la universidad, a la carrera de psicología, vivía en un bonito departamento que pagaba gracias al trabajo que había conseguido como guitarrista y compositor en una banda principiante y escribiendo algunos artículos para una revista y regresaba luego de unas vacaciones reparadoras en comidas nutritivas y cariño en la casa de sus padres.
Entonces paseando por el parque, aquel perfume que había marcado un antes y despues de su vida, que había sido la pequeña luz dentro del pozo y una cuerda jalándole al exterior, regresó, con toda su intensidad...
Siguiendo aquel aroma dió con uno de los típicos puestos de verano, de medio tiempo que los estudiantes trabajaban para tener un dinero extra para la universidad, encontrándose con un moreno, de sonrisa dulce , mirada limpia , inocente, luminosa ...
Se acercó despacio y el estomago le rugió un poco, por lo que esperó en la cola y cuando fue su turno, su mirada se cruzó con la del joven...
Fueron dos segundos de completo silencio entre ambos, luego el chico le preguntó con una sonrisa que deseaba llevar y sin dudarlo Alex pidió un helado de vainilla y fresa...la suave caricia que el chico le dejo en sus dedos cuando le dió la copa de helado no le dejó duda alguna, ese chico era su angel salvador... por lo que, en silencio se quedo comiendo su helado, sentado en una esquinita del puesto sobre una silla alta, hasta que el chico despachase al último cliente y le mirase, con esa fulgaz alegría sana, con esos ojos brillantes y esa bonita sonrisa se acercó.
-... estas bien?- le preguntó casi tímido, Alex sabía que trataba de buscar un poco de charla por lo que sonrió y asintió tendiendo su mano ...
-Soy Alexis...-
El chico le estrechó la mano mirandole a los ojos.
-Alexis mm?... mi nombre es ...-
-Maximilian- respondió Alexis antes de que el otro lo dijera - Se quien eres...-
Aquello fue el comienzo de una hermosa amistad, todo el verano y parte del otoño Alex iba día a día al puesto de helados, y charlaba con Maximilian, enterándose así de que aquel chico en realidad era bombero, pero hasta terminar el entrenamiento y pasar la prueba trabajaba medio tiempo en el puesto de la heladería... gracias a ese trabajo, su ropa y piel quedaba impregnada con un fuerte olor a vainilla y fresa , perfume que, en secreto hacía que Alex se derritiera por dentro.
El otoño dio paso al invierno, a que Max se convirtiera en todo un héroe más del departamento de Bomberos y que, en sus ratos libres, siguiese trabajando en la heladería, nada más por el placer de ver a las personas felices...
Llegó la nochebuena, y planeandolo con un mes de anticipación, ambos jóvenes se reunieron para cenar, solos ellos dos... hacía exactamente un año que se habían conocido o bueno Max había rescatado a Alex ... y aunque solo eran amigos, ambos sentían cosas demasiado grandes, fuertes e intensas por el otro.. cada abraso, cada caricia en la espalda, cada secreto confiado, cada deseo y cada temor eran atesorados en un baúl en el fondo de sus corazones.
Luego de la cena, entre risas, anécdotas y demás cosas, llegó el clásico abraso navideño, ese que se dan en familia, a las doce en punto con un brindis, pero, solo iluminados por las coloridas lucesitas del árbol de navidad , aquel abraso fue acompañado de un beso, el primer beso que ambos deseaban dar desde hace mucho tiempo, uno lleno del más cálido y puro sentimiento, que conmemoraba esas fechas... el amor...
-Gatito...- susurró Max sin dejar de abrasarle...
-¿Si mi lobo?-
-Te quiero... no... te amo.. te amo Alex... -
Alex sonrió, lo sabía, lo sentía, fue el amor de Max lo que le había salvado de aquel pozo oscuro y fulminante...
-Te amo Maximilian.... más que a nada en el mundo....-
Esa fue la primera de muchas navidades juntos, comprendían que eran dos almas, destinadas a estar juntas, que la vida, el destino, o algo les había guiado uno al otro, y los guiaría siempre que se separasen.. pero no deseaban hacerlo, se amaban demasiado como para pretender separarse nuevamente...
24 de Diciembre... las personas normales estaban reunidas alrededor de una gran mesa, felicitando a los familiares, festejando la nochebuena, pero el no, el estaba acostado en un banco de Central Park, con la mirada perdida en el espacio y la nieve rozando sus mejillas, obviamente estaba drogado y la prueba de ello estaba en su amoratado brazo del que pendía un hilillo de sangre, por la fuerza con la que se había clavado la jeringuilla.....
Cerró los ojos, aquella droga siempre enfrascaba su cerebro en recuerdos felices, cuando era pequeño, y jugaba con su hermano, su madre, su padre... ¿que dirían ellos si le viesen así?... perdido y sin remedio, con la gente pasandole al lado y mirándole con desprecio, después de todo, él había pasado a ser escoria de la sociedad... uno más de lo tantos drogadictos sin cerebro... no sabían del talento del chico para escribir, para componer música y ejecutarla...¿ quizás alguien sabría lo que pasaba por su corazón?..
Entrar no había sido difícil de hecho no había sido siquiera intencional, todo empieza con un "es solo una probada, anda" y termina con un pase solo de ida a un pozo sin fondo, en donde todo es oscuridad y mucha sed... sed de aquello que poco a poco te destruía...
Sentía su cuerpo liviano, y estaba vestido como cualquier joven de su edad, pantalones de mezclilla, bolcegos, una camiseta de mangas largas con el dibujo de un lobo aullandole a la luna, y en una de las mangas podía verse la mancha húmeda de sangre y un abrigo grueso grande encima.
Escuchó la sirena de los bomberos a lo lejos, seguramente a algún infeliz se le había prendido fuego el árbol.... suspiró... y estiró su mano, dejando que las lagrimas se deslizaran por sus mejillas... la nieve era tan blanca, su madre adoraba los adornos blancos del árbol de navidad, tenían un suave tornasolado y ella las ponía con mucho cuidado.... y ahora negro... todo se volvía negro, y le costaba mantener los ojos abiertos....
Maximilian suspiró mientras dejaba que la nieve refrescase su rostro luego de haber enfrentado las llamas de un pequeño bar en llamas, del cual tuvo que rescatar a un par de solitarios hombres, que habían ido a festejar la nochebuena con su amigo, el barman, el incendio fue controlado,claro, eran bomberos expertos y a pesar que el recien estaba en entrenamiento, no había dudado en internarse en el fuego para sacar a los señores....
Rechazó gentilmente el ofrecimiento del paramédico de llevarle en la parte de adelante de la ambulancia para que no tuviera que caminar, prefería hacerlo, algo le decía que era una hermosa noche para caminar, a pesar de estar lejos de su casa, su hogar, estar en un país extraño, en un lugar desconocido para él, en nochebuena... algo le dijo que caminase... por el parque.
La nieve empezaba a caer más espesa cuando pudo ver un bulto... corrió hasta la banca, para ver a un joven con rasgos medios asiáticos, y de un cabello de una bonita tonalidad castaña rojiza ... parecía un príncipe durmiendo profundamente, aunque con tristeza vio en el suelo una jeringuilla con un poco de sangre.. señal de que aquel chico, aquel bonito chico había caído en uno de los vicios más peligrosos y destructivos...
-... que has hecho..- murmuró suave, por impulso se inclinó y acarició su mejilla, el corazón del bombero era demasiado grande, demasiado dulce como para dejarle ahí, sin conocerlo, sin saber siquiera su nombre, le cargó con cuidado , llevándolo al hospital.
Alex despertó suavemente, estaba en la camilla del hospital y con un antojo terrible, no de alcohol, no de más droga... sino de fresas.. fresas con crema... o un yogurt de vainilla... o mejor aun un helado enorme de muchos sabores... no sabía por que, en medio de sus alucinaciones, una tenue calidez, que contrastaba con el frío del invierno, le envolvió, una calidez con olor a fresas y vainilla....
No supo quien había sido su salvador de morir congelado en el parque, y que gracias a él, le metieran en un programa de rehabilitación, no recordaba nada, salvo ese perfume a vainilla y fresas...y esa hermosa sonrisa... si , ahora lo recordaba bien... una sonrisa, unos ojos amables en un rostro ... era su angel de la guarda?... parecía, porque en aquellos minutos de conciencia, ese ángel le había hecho prometer que se dejaría ayudar.. que saldría adelante ... sonriénodole, todo lo que necesitaba Alex para seguir adelante era una sonrisa dulce y calida...
Pasaron los meses, llegó el verano, Alex había ingresado a la universidad, a la carrera de psicología, vivía en un bonito departamento que pagaba gracias al trabajo que había conseguido como guitarrista y compositor en una banda principiante y escribiendo algunos artículos para una revista y regresaba luego de unas vacaciones reparadoras en comidas nutritivas y cariño en la casa de sus padres.
Entonces paseando por el parque, aquel perfume que había marcado un antes y despues de su vida, que había sido la pequeña luz dentro del pozo y una cuerda jalándole al exterior, regresó, con toda su intensidad...
Siguiendo aquel aroma dió con uno de los típicos puestos de verano, de medio tiempo que los estudiantes trabajaban para tener un dinero extra para la universidad, encontrándose con un moreno, de sonrisa dulce , mirada limpia , inocente, luminosa ...
Se acercó despacio y el estomago le rugió un poco, por lo que esperó en la cola y cuando fue su turno, su mirada se cruzó con la del joven...
Fueron dos segundos de completo silencio entre ambos, luego el chico le preguntó con una sonrisa que deseaba llevar y sin dudarlo Alex pidió un helado de vainilla y fresa...la suave caricia que el chico le dejo en sus dedos cuando le dió la copa de helado no le dejó duda alguna, ese chico era su angel salvador... por lo que, en silencio se quedo comiendo su helado, sentado en una esquinita del puesto sobre una silla alta, hasta que el chico despachase al último cliente y le mirase, con esa fulgaz alegría sana, con esos ojos brillantes y esa bonita sonrisa se acercó.
-... estas bien?- le preguntó casi tímido, Alex sabía que trataba de buscar un poco de charla por lo que sonrió y asintió tendiendo su mano ...
-Soy Alexis...-
El chico le estrechó la mano mirandole a los ojos.
-Alexis mm?... mi nombre es ...-
-Maximilian- respondió Alexis antes de que el otro lo dijera - Se quien eres...-
Aquello fue el comienzo de una hermosa amistad, todo el verano y parte del otoño Alex iba día a día al puesto de helados, y charlaba con Maximilian, enterándose así de que aquel chico en realidad era bombero, pero hasta terminar el entrenamiento y pasar la prueba trabajaba medio tiempo en el puesto de la heladería... gracias a ese trabajo, su ropa y piel quedaba impregnada con un fuerte olor a vainilla y fresa , perfume que, en secreto hacía que Alex se derritiera por dentro.
El otoño dio paso al invierno, a que Max se convirtiera en todo un héroe más del departamento de Bomberos y que, en sus ratos libres, siguiese trabajando en la heladería, nada más por el placer de ver a las personas felices...
Llegó la nochebuena, y planeandolo con un mes de anticipación, ambos jóvenes se reunieron para cenar, solos ellos dos... hacía exactamente un año que se habían conocido o bueno Max había rescatado a Alex ... y aunque solo eran amigos, ambos sentían cosas demasiado grandes, fuertes e intensas por el otro.. cada abraso, cada caricia en la espalda, cada secreto confiado, cada deseo y cada temor eran atesorados en un baúl en el fondo de sus corazones.
Luego de la cena, entre risas, anécdotas y demás cosas, llegó el clásico abraso navideño, ese que se dan en familia, a las doce en punto con un brindis, pero, solo iluminados por las coloridas lucesitas del árbol de navidad , aquel abraso fue acompañado de un beso, el primer beso que ambos deseaban dar desde hace mucho tiempo, uno lleno del más cálido y puro sentimiento, que conmemoraba esas fechas... el amor...
-Gatito...- susurró Max sin dejar de abrasarle...
-¿Si mi lobo?-
-Te quiero... no... te amo.. te amo Alex... -
Alex sonrió, lo sabía, lo sentía, fue el amor de Max lo que le había salvado de aquel pozo oscuro y fulminante...
-Te amo Maximilian.... más que a nada en el mundo....-
Esa fue la primera de muchas navidades juntos, comprendían que eran dos almas, destinadas a estar juntas, que la vida, el destino, o algo les había guiado uno al otro, y los guiaría siempre que se separasen.. pero no deseaban hacerlo, se amaban demasiado como para pretender separarse nuevamente...
Interesante espacio el tuyo,
ResponderEliminarque disfrutes estas fiestas.
¡Feliz Navidad!
un saludo.
Gracias Ricardo! Feliz Navidad para ti también
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