Regresando de nuevo a la mansión , pase por el parque por el
que siempre solían estar los compañeros
de Adrian pasando el rato, pero con este frio, a casi nadie le apetecía
salir , nadie salvo a un grupo de chicos que parecían estar riéndose de algo.
Algo me llevo a acercarme, podía verse una riña , o más bien
un adolescente enorme, pegándole a algo acurrucado en el suelo, por lo general
no suelo meterme en esas cosas, pero
entonces pude ver desparramados en el suelo un monton de hojas con una
caligrafía que reconocería en cualquier
parte, era el cuaderno de notas de Adrian …
Sin dudarlo corrí al grupo de chicos, tomando de la solapa
al sujeto y le quite lejos de aquella persona hecha un ovillo en el suelo, solo
pude distinguir sus cabellos platinados, largos y ahora enredados , mientras
sacaba de mi bolsillo aquel útil cortaplumas y lo ponía debajo del cuello del
chico.
-Alejate ahora mismo- susurre con un tono gélido, muy
extraño en mi, casi podía sentir como el terror inundaba los ojos de aquel
chico y salía corriendo apenas afloje un poco el agarre, al parecer el
cortaplumas, visto rápido, parecía una peligrosa arma mortal a manos de un loco
asesino seguido de su sequito de monos cavernarios.
-Adrian…-
Me arrodille a su lado, levantándole y acomodándole los
cabellos, el al principio no parecía reconocerme, pero luego se aferro con un
grito ahogado a mi abrigo, acurrucándose ahí y sollozando con fuerza, partiéndome nuevamente el alma en mil
pedazos , ¿Cómo había podido pensar que mi hermosa mariposa estaría bien? Ahora
podía notar la delgadez de su cuerpo , la ropa le quedaba grande y sus ojos
ahora rojos por las lagrimas estaban arruinados por dos oscuras ojeras, ahora
me daba cuenta, que la peor amenaza para Adrian, era haberle dejado
desprotegido en un mundo cruel, haber dejado una tierna y delicada mariposa a
merced del frio, y ahora sus alas estaban dañadas, como lo estaba Adrian…
-Perdón, perdóname… nunca voy a volver a dejarte…-
El solo podía mirarme, como si hubiese soñado ese momento
todas las noches, solo me acarició la mejilla, no, no era un sueño, era real… éramos
reales y fue cuando todo dejo de importarme, solo Adrian, y sus hermosos ojos,
sus delicadas manos y su cálido cuerpo protegido entre mis brazos, solo eso…
-Adrian… mi mariposa…-
No lo dude, le estreche con fuerza y acorte las distancias uniéndonos
en un beso inocente, el que debimos darnos aquella noche, lo quería… no.. ¡lo
amaba! Era mi razón de existir, era la luz cálida que me había quitado de mi
eterno invierno… y el tan delicado… no dejaría que nadie más le tocase, nadie..
le protegería de todo, incluso del viento frio que ahora nos envolvía, pero ya
no era desolador, sino acogedor, invitándonos a fundirnos aun mas en el abraso.
-Odín… yo…-
Me miro, sus ojos habían recuperado luz, una luz que me veía
incapaz de volver a arrebatar, por lo que, selle aquella felicidad con un
segundo beso.
-De ahora en más, siempre te voy a cuidar…-
No hay comentarios:
Publicar un comentario