Pequeños Escenarios Perdidos en el Tiempo:El guardián sin capa ni espada

Podría parecer que el tiempo a veces no pasaba nunca, pero pasaba y cinco años habían pasado desde nuestro primer otoño...

Nuestra casa, nuestra familia se caracterizaba por tener y no tener al mismo tiempo una rutina, nuestros trabajos , tan diferentes hacía que ningún día fuese igual a otro, pero teníamos tres pautas marcadas, ambos dormíamos en la misma cama, y ambos nos levantábamos de la misma cama, sea como sea, nos habíamos arreglado para que siempre fuese así, aunque claro a veces teníamos que viajar a uno u otro lado por un compromiso de alguno de los dos...

Por eso la primera noche, luego de diez años de casados que tuve que dormir sin Maximilian... fue una pesadilla, sentir la cama vacía, fría, y no escuchar su suave respiración ni poder acariciar su mano cuando sentía que las sombras de la noche, gracias a mi imaginación , se volvían tenebrosas garras acorralándome, hasta que sentía el suave apretón y todo volvía a estar bien...

Pero aquella noche no podía contar con mi protector lobo, diez años de convivencia nos habían hecho tan dependientes el uno del otro...

Entonces un crujido distrae mis pensamientos, haciendo que mi cuerpo se ponga en alerta y se tense, dispuesto a saltar y huir al menor indicio de peligro... pasos que se acercaban, ¿como es que alguien había podido penetrar mi morada que estaba bajo siete llaves ?...

La puerta se abrió y sentía un escalofrío por mi cuerpo, estuve a punto de arrojarle al intruso uno de mis libros, grueso y bastante pesado que seguro le dejaría un buen moretón, cuando algo me cegó... y luego de un eterno segundo pude ver a mi esposo en medio de un resplandor divino ¿acaso había muerto? ¿qué clase de visión era aquella?...

-Alex...-
Parpadee un par de veces, para ver a mi amado sentado en la cama, seguramente asustado por mi cara de grandiosamente bobalicón , aunque acostumbrado a mis rarezas, sonrió aliviado al ver que bajaba de mi ensoñación momentánea...

-Max... ¡MAX!- le abrace fuerte, rodeando su cuello y llenando mi ser de su perfume, ese tan característico que me remontaba a grandes montañas rodeadas de ríos cristalinos, acariciándole la espalda... Él no podía saber cuantas cosas habían pasado por mi cabeza, cuanto necesitaba su presencia y aunque los demonios y apariciones tenebrosas solo existieran en mi gran imaginación, era él quien las espantaba, él, cual caballero angelical llegaba con su luz (aunque solo fuese prender la lampara del cuarto) a salvarme.. de mi mismo y mi mente, como siempre lo había hecho.

Por otro lado el me apretó contra su cuerpo, suspirando hondo, como si al fin su alma encontrase descanso.

- No podía, simplemente.. no podía dormir en otra cama en donde no estés tu-

Palabras hermosas, que podían sonar en extremo melosas para un mundo que pocas veces comprendía el amor, pero para mi eran verdades como que el aire es vital para vivir. Porque todos tenemos un alguien, que espanta nuestros miedos más profundos, con su sola presencia. Alguien que no necesita capa o espada, para protegernos, más que abrir su corazón.


Alexis
El Gato de la Luna